Papá nos da la vida, nos protege, lucha por darnos todo lo que necesitamos, es nuestro amigo, nuestro héroe, consejero y cómplice de nuestras travesuras. Es fuerte, a veces travieso e ingenioso y ejemplo que tomamos en cuenta durante toda nuestra vida.
Es un personaje muy especial que recorre el pasillo de un hospital incontables veces mientras espera la noticia que lo hace derramar lágrimas y saltar de felicidad, en su cara se refleja la ternura que le inspira su hijo o hija y el orgullo de saber que por fin ya es papá.
Papá es un ejemplo, es una imagen que todos admiramos, respetamos y a veces hasta tememos un poco. Es quien llora en silencio y a solas, se preocupa y acongoja, y aunque muchas veces no demuestra sus sentimientos, cuando lo llega a hacer es muy, pero muy cariñoso.
Es quien al llegar en la noche, cansado de trabajar, se asoma para vernos dormir tranquilamente. Es el que pone cara de enojado cuando reprobamos una materia, mamá que queja de nuestras travesuras o desobedecemos alguna orden.
Pero también es el que nos da consejos muy útiles para que no cometamos quizá los mismos errores que él cometió. Es el que nos quiere mucho, pero pocas veces nos lo va a decir.
Ahora, muchos papás participan en la educación de sus hijos e hijas, hablan con ellos, les cuentan cuentos e historietas, los acompañan a sus eventos escolares, escuchan sus problemas y comprenden que los errores de los hijos y las travesuras son parte de la vida, porque ellos también las realizaron.
Ser papá no es fácil, es una de las tareas más difíciles de la vida, porque tienen que enseñarles a sus hijos e hijas a vivir con valores, a valerse por sí mismos, a ser responsables y esto lo hacen más con su ejemplo que con palabras.
Tienen la obligación de proporcionarles casa, vestido, alimento, educación, diversión, atención médica y muchas cosas más que les permitan crecer y desarrollarse adecuadamente.
Un papá enseña a sus hijos e hijas a ver la belleza de la vida, a ser honestos y trabajadores, a amar la verdad, a compartir, a valorar la amistad y a respetar y aceptar a los demás. Papá tiene que hacer del lugar en que se vive un verdadero hogar, en el que todos participen, se respeten, se traten con igualdad sin importar si son hombres o mujeres.
Tiene que hacer de su casa un refugio, en donde los problemas se resuelvan con tolerancia, paciencia y dignidad. Y la verdad es que los papás son bien padres, a veces se ponen a jugar como niños, hacen uno que otro berrinche, dejan la ropa tirada para que la recoja mamá, les encantan los deportes y tienen muchas historias y anécdotas que contarnos; también a veces son como cómplices en alguna travesura o error de los hijos, consentidores y muuuuy tiernos, por eso merecen ser festejados.
De quién fue la idea de festejar al papá?
En 1909, una norteamericana llamada Sonora Smart Dodd, propuso que se conmemorara el "día del padre" en honor a su padre Henry Jackson Smart, a quien admiraba mucho, porque era un veterano de la guerra que quedó viudo demostró que con amor y paciencia, un hombre era capaz de sacar adelante, educar y formar a sus hijos con mucho amor, valores y respeto.
Así logró, que el primer día del padre se celebrara el 19 de junio de 1910 y que en 1924, el presidente Calvin Coolidge, declarara como oficial y nacional la celebración del día del padre. Finalmente en 1966, el presidente Lyndon B. Johnson, declaró el tercer domingo de junio, como día del padre.
En México, también se ha hecho oficial este festejo y es que papá, se lo merece, por eso el tercer domingo del mes de junio, es el Día del Padre. ¡Felicidades a todos los papás, abuelos, tíos, padrastros, a los que ya se fueron y a los que están lejos.
A los que son ejemplo de fortaleza, amor, respeto, trabajo, dedicación y sacrificio por los hijos e hijas y a los que sin ser padres, se comportan como si lo fueran y ayudan a tantos niños y niñas que no tienen un hogar.
¡Qué bueno, que hay un día para festejar a papá!, pero ojalá y todos los días recordáramos el esfuerzo que hacen y que al llegar a casa, los recibiéramos con un gran beso y abrazo, platicáramos con ellos sobre todos nuestros logros y alegrías y no solamente sobre nuestros problemas, los escucháramos cuando nos cuentan sus historias y comprendiéramos sus limitaciones, errores y problemas, porque ellos también son seres humanos.
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